Me gustan los trenes. Llámame antigua, pero prefiero el sonido que hace su traqueteo al aburrimiento que me provoca el autobús y la absurda carretera. Al menos en el tren puedo ver el paisaje por el enorme ventanal.
Se me escapaba zaragoza a las cinco y pico (y veinticinco exactamente) y la ciudad no era lo único. Pero me gustaba el sol que se reflejaba en los asientos. Era el típico sol primaveral que da esperanzas, ese que dice: vas a volver muy pronto. ¡Nada más salir de la estación he visto un grupo de ovejas lanudas! Me han dado ganas de parar el tren y bajarme a abrazarlas...
Unos minutos y he caído rendida. No había ruidos ni un ambiente cargado como pasa en los buses... tranquilidad y un sol complaciente más una mijita de sueño y así han pasado dos horas. Para cuando he abierto los ojos era de noche. Parece mentira, las siete y algo y ya solo se veía oscuridad, como negra es la ciudad que me recibía y su boina de contaminación ARG
Me he bajado en chamartín para descubrir que el cercanías me estaba esperando, como si de un taxi se tratara, en el andén de al lado. He llegado a casa, he soltado la maleta y las cincomilquinientas bolsas que me acompañan siempre que viajo. Mañana empieza la odisea estudiantil, revolución y lucha por nuestros derechos...¡que pereza! y eso que soy siempre la que lo lía todo. Tanto cuéntame...
Pero estos días lo he visto todo desde un punto de vista nuevo, he disfrutado de lo bueno hasta decir basta, me he acurrucado, he bailado, he cantado, he escuchado como cantabas, he comido hasta reventar porque mi linea se ocupa de cuidarse sola y sí, me he vuelto con nuevos conocimientos, una canción preciosa que en un futuro no muy lejano consideraré "nuestra" y unas cuantas sonrisas más. Y luego me doy cuenta de que hoy es 14 de febrero, y aunque solo nos hemos dicho "feliz día" esta mañana al despertar, no querría cambiar ni por un segundo la intensidad ni el sentimiento con el que hemos compartido estos días, porque no podría mejorarlos.

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