Verdades como puños

A lo largo de mis 21 años he tenido, por desgracia, que enfrentarme a 4 momentos muy duros y graves en relación con la salud de los que me rodean y la mía. El primero, la operación de columna de mi padre, que duró 8horas, en las cuales todos nos planteamos que de aquél momento dependía como sería el resto de nuestras vidas. En segundo lugar, el momentó en que mi mamá perdió el bebé y (más allá del gran impacto psicológico) su salud se vió afectada. En tercer lugar mi ingreso en el hospital durante los tres primeros días de mi infección, cuando desconocíamos la extensión de la misma y había una gran posibilidad de septicemia. El último y del cuál no quiero dar más datos, el que ahora atravesamos. Este macabro historial no es mas que el resultado de una reflexión nocturna. Me estaba planteando como cuando ocurrió lo primero, mi novio de por aquel entonces estaba tocando la guitarra en un estudio y no fue capaz de estar ahi para mi. Lo segundo...no quiero recordarlo. En lo tercero, y con lo que a mi respectaba, mi pareja de por aquel entonces estaba demasiado ocupado como para venir a verme en los 6 días que duró mi ingreso y en las semanas posteriores. Ante estas situaciones, ahora que mi pareja se encuentra a 13ookm y no puedo evitar sentirme sola, he de concluir con el dichoso: "Si quieres una mano que te ayude, solo la encontrarás al final de tu brazo". Pero hay algo innegable: mi familia ha estado ahí siempre, pese al trabajo, los compromisos o tener que haber salido corriendo a coger el coche. Familia, os quiero. Gracias por ser una pequeña-gran piña.

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