DISARM ME



Hoy me enseño a mi misma a esperar,a no desesperar. Me obligo a amueblar mi cabeza, a creer en el bien, los finales felices y en "ese-último-momento-en-que-se-arregla-todo".
Protejo mis propios sentimientos con pensamientos dispersos, luego aterrizo. Antes me presionaba, luego aprendí a aceptarme tal como soy, y ahora, más allá, disfruto enormemente de todas mis pequeñas manías y estupideces.Me enfado cuando no me soy fiel a mi misma y siempre he odiado a la gente sin principios, personalidad o capacidad de empatizar con los demás. Hace ya un tiempo me impuse una máxima bastante inteligente, aprender de los días malos en lugar de darme cabezazos contra la pared cuando las cosas se tuercen. Puede parecer algo superfluo, pero es una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi lacónico camino autodidacta. Me acerco a mis errores para mirarlos con lupa,me río en la cara del fastidioso infortunio. Si se me rompen las medias, cambio la minifalda por un par de pantalones, si se acaba el agua caliente me ducho con agua fría, que me ayuda a despertarme, si el metro sale del anden cuando entro en la estación, aprovecho la espera para leer unas páginas de Paul Auster, siempre serán bien recibidas. Si algo he aprendido es que patalear me lleva a romper el suelo que piso y caer al vacío. Cuando las cosas se tuercen, hay que encauzarlas.

Y a partir de hoy, sonreiré por norma cada mañana, al menos así ejercitaré los músculos de la cara, que dicen que son unos cuantos...

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