Un día, simplemente, voló. No le dijo a nadie a dónde. A decir verdad, nunca le decía a nadie nada. Al menos nada que evidenciase algún sentimiento a tener en cuenta.
Hablaba demasiado pero sus palabras estaban vacías. Quizá en algún momento pudo parecer que tenían sentido, puede que tuvieran cohesión, pero nunca, me reitero, jamás, tuvieron fuerza y convicción.


"El alma es aquello que sostiene a las personas desnudas cuando dejamos de intentar ponerle nombre a los sentimientos que desconocemos" - solía decir.


Todos admirabamos su berborrea. Ella admiraba nuestra manera de pasar por la vida como si fuese un juego de locos. Pero desapareció. Todos creemos que voló entre sus palabras, cuando no nos dábamos cuenta embelesados por la complejidad de las mismas. Puede que siga aquí, enredada en su palabrería. Yo lo creo así. Al menos la vida es mucho más fácil pensando que aún no se ha ido.

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